Quiero dejar constancia de la ayuda que dos voluntarios, uno de la DYA y el otro de la Cruz Roja, que han colaborado con su compañía y cariño a que los últimos días de una amiga, ingresada en el sanatorio de Santa Marina, haya sido ejemplar. También quiero agradecer a los familiares de las otras tres enfermas que compartían habitación, que cuidaban de ella cuando se encontraba sola. Así mismo, doy las gracias a Osakidetza, que en este caso que he vivido en Santa Marina han demostrado, una vez más, su gran profesionalidad.
CARMEN FUSTER (BILBAO)
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