“El último episodio de la vida de mi madre, Mª José Arsuaga González, transcurrió en el Hospital Amara, en la segunda planta, primero, y después, en la cuarta. Lejos de ser triste -aunque difícil para ella, por su delicado estado de salud- nos proyectaba a diario optimismo y esperanza. Supo mantener su buen humor con mente lúcida, a pesar del progresivo deterioro físico. Bromeaba con sus compañeras de habitación -Tere, Irene, Ana-, compartían anécdotas, pinceladas de humor y agradecimiento por una vida rica, rebosante de plenitud. El resplandor de las hogueras en la noche de San Juan fue motivo para soñar y revivir la memoria. No perdió nunca la esperanza de volver a casa y sus momentos finales transcurrieron con alegres cantos a guitarra que le dedicó con sumo cariño mi querida hermana. Quiero escribir estas palabras de agradecimiento porque mi madre me pidió que lo hiciera hace tan sólo unos días. Agradecer a los médicos que con inmenso cariño y profesionalidad le atendieron. Enfermeros y enfermeras, con los que mantenía conversación, cierta broma y optimismo. Gracias al resto de personal sanitario, que acudía con una sonrisa, palabras y actitud bondadosa cuando mi madre les llamaba. En nombre de mi madre y de mi dos hermanas, muchas gracias, de corazón”.
Armando L. Diario Vasco
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