sábado, 4 de abril de 2009

Estoy en crisis

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He entrado en una profunda crisis conceptual. Muchos de los que se asoman por este blog conocen mi tozuda defensa de los modelos de gestión que se enfocan hacia la excelencia en general y del EFQM en particular. Recuerdo con agrado las polémicas entre colegas, como Lestrigon, sobre aspectos de su puesta en práctica.

Pero maticemos. Siempre he defendido que era mejor tener un modelo que tener como modelo el "no tengo modelo" y siempre me he posicionado a favor de los sistemas que favorecen la participación de las personas en las tomas de decisiones con implicación y por ende aumento de su satisfacción (que no sólo de pan vive el hombre)

Pero el otro día cometí el error de leer un interesante artículo de título: Los fractales fracturados, en el que criticaba como estos modelos de participación de las personas habían quedado en entredicho ante la crisis actual ya que a la hora de las putas EREs de nuestras desgracias, la implicación y la participación de las personal se ha convertido en algo volátil que se ha esfumado como por arte de magia. Tú, Tú y tú, a la puta calle. Y se acabó la gestión de las personas.

Veamos un ejemplo próximo ante el que alguién no ha podido permanecer en silencio:




Por eso estoy en crisis. Me estoy planteado cuanto de verdad o de representación teatral tiene este mundo. En que áreas hay que creer o en cuales hay que sospechar que hay más fachada que sustancia entre las bambalinas de esta obra teatral.

Por suerte, trabajamos en una empresa en la que la posibilidad de una ERE es casi nula (eso espero) por lo que no puedo ponerme en la piel de un trabajador que viva esta amenaza, pero puedo intuir lo que esté pensando ese trabajado si lleva una década de implicación en la gestión, aportando todo su saber y su valor intrínseco y ahora le dicen que le toca ir a casa por lo de la crisis ( y además tiene 55 años).
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