martes, 14 de abril de 2015

El lado oscuro de la MFYC




Ya ha pasado. Hemos celebrado el día de la Atención Primaria justo unos días después del día de la homeopatía. Hemos planteado un decálogo de reivindicaciones que deberemos guardar para el año que viene y comprobar cuantas de ellas siguen vigentes el próximo año.

Francamente, son acciones que hay que hacer pero yo sigo sin confiar mucho en sus resultados.

Paralelamente a esta euforia sobre la atención primaria se ha desarrollado una campaña bajo el hashtand #EligeMFyC (con su propio blog) para animar a los nuevos compañeros, que están en la fase de elección para el MIR, a que elijan nuestra especialidad.

Si yo estuviera en esa situación, ¡quien la pillara!, lo que de verdad me gustaría es que me contaran lo bueno que tiene esa opción pero también que alguien me contara su lado oscuro para poder tomar una decisión con criterio y no basándome solamente en los mensajes positivos que se van recopilando.

Así que voy a asumir el papel de aguafiestas y voy a dar una visión personal de ese lado oscuro, que del lado soleado ya se están encargando los demás y con muy buen criterio.

Así que si estás a punto de elegir MFYC deberías tener también en cuenta que:
  • Te vas a hartar de oír a políticos, gestores y demás gente de bien y de poder, que formas partes de la Atención Primaria, estructura clave para el buen funcionamiento de cualquier sistema sanitario. Pero es posible que te jubiles oyendo la misma canción y constatando como los hechos, las decisiones, los presupuestos y los dineros no están enfocados al fin que predican.
  • Como has elegido ser un TODOLOGO en toda regla tendrás que realizar un esfuerzo titánico en formación continuada porque las cosas avanzan que es una barbaridad y en todas las áreas. Como te tomes un tiempo sabático en formación continuada serás mas peligroso que una escopeta de feria.
  • A pasar de tus esfuerzos por estar al día, habrá áreas de conocimiento en los que tendrás que aceptar que no estás a la altura y no será fácil esta autocrítica y el tomar consciencia de tus limitaciones. Tendrás la tentación de mirar para otro lado y de implantar ciertos (malos) hábitos para intentar solventarlos.
  • Vas a tratar personas. Pero es posible que tus habilidades en facetas como la comunicación y la empatía, necesarias para poder estar al nivel mínimo exigible, no hayan ocupado muchas horas de tu formación o no formen parte de tus habilidades personales. Pero se te va a exigir que seas un verdadero artista en comunicación y tendrás que comprar la empatía por kilos aprovechando alguna oferta del Corte Inglés. 
  • ¡Pero hay de ti si no la tienes y eres un cardo borriquero! Colocarás los "cocodrilos en la puerta de tu consulta" para defenderte de tus carencias y cuando veas oferta formativa para mejorar tus (pocas) habilidades en estos temas, es posible que pases, porque eso solo lo necesitan los demás. 
  • Y aunque seas un genio en la materia, comprobarás, a veces con estupor, que aquella frase que tu dijiste sin darle la más mínima importancia, produjo un "efecto mariposa" de consecuencias insospechadas o (mal)interpretaciones que superarán tu imaginación. 
  • Comprobaras que no es fácil el manejo de las emociones ni mantener un equilibrio que no te haga implicarte más de lo que tu condición personal es capaz de soportar sin repercutir negativamente en tu ámbito personal. 
  • Te darás cuenta que, en ocasiones, vales lo que tu última actuación, y que si te equivocas, que todos erramos y tú errarás, la gestión del error no estaba en ninguna materia de las que te explicaron en la carrera. Y sufrirás .... sufrirás mucho. 
  • Te tocará estar cerca de la muerte y el dolor y de los que rodean a los muertos y a los dolientes y en ocasiones querrás salir corriendo y añorarás las consultas banales llenas de mocos intrascendentes.
  • En ocasiones te llevarán los demonios al asistir impotente ante ciertas situaciones de injusticia social y soltarás algún exabrupto ... pero no podrás solucionarlo. 
  • Te limitaras a la tecnología a tu alcance, pobretona donde las haya, usarás mucho el oído, la vista, el tacto e incluso en ocasiones (insoportables) el olfato. 
  • Te dirán que eres uno más de la organización al mismo nivel que el resto de las otras especialidades médicas pero verás que los indicadores miden con raseros distintos, que los poderes y los reinos de taifas son los que son y que no hay quien los mueva y que tú no estás en ellos. Y que ellos siguen pensando que no "eres de los suyos"
  • Comprobarás que somos pocos y trinos y que hay sociedades científicas que asumen sin rubor opciones poco científicas y no sabrás de donde borrarte. 
  • Sufrirás la continua tentación de convertirte en un pasota integral y de sumarte al batallón de los críticos de "barra de café" dejando para otros (con claros intereses espurios, faltaría más) las responsabilidades en los campos en los que tú conoces de sobra lo que habría que hacer (o deshacer). 
  • Verás que es difícil definirse en algunos temas. Si colaboras con la administración en algunos temas puede que seas un trepa, un vendido o un colaboracionista del que uno no se puede fiar y si no lo haces puede que te etiqueten de pertenecer al partido o corriente política que curiosamente no esté en el poder
  • Comprobarás que ente los primaristas también hay tribus y clanes y que curiosamente todos están en posesión de la verdad absoluta. De forma inevitable te acabarás sumando a uno de esas tribus y empezarás a tratar a los miembros de las otras tribus con desdén y complacencia.
  • Tendrás que trabajar con otros profesionales sanitarios y comprobarás que dentro de tu colectivo existen posturas de relación de los más dispares con esos otros profesionales . Te asombrarán los rancios, retrógrados y cavernícolas o te disgustarán los progues que no respetan y ponen en peligro a "la profesión"

Pero que este relato no ensombrezca la opción de la MFYC. Que solo sirva para comprender que el camino de rosas solo existe en los cuentos y el cuento de la Atención Primaria tiene también alguna piedra en el camino donde, de forma terca, tropezamos con frecuencia.


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