Mi padre, Alfredo, pasó hace unas semanas los últimos días de su vida en la tercera planta del hospital de Gorliz. Un hospital que no conocíamos hasta ahora, que está lejos de casa y que, para una familia que quiere acompañar a su padre hasta su último momento, suponía una excursión diaria. Pero allí ha estado tan cuidado como jamás creí que se podría cuidar a mi padre en un hospital y quería, en nombre toda mi familia y mi madre en especial, que me lo ha pedido muchas veces, dar una abrazo y un gracias muy, muy grande. Porque en momentos tan duros todos los médicos, enfermeras, auxiliares y celadores trabajaron muy bien coordinados, muy respetuosos y con mucha paciencia. Gracias de verdad, no lo olvidaremos.
M. GARCÍA RÍOS El Correo 19/04/2017
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