Hace unos años, mi padre, siguiendo una costumbre que tenía muy arraigada, escribió una carta al director del periódico para reconocer y felicitar públicamente al equipo que había atendido a su mujer –mi madre–, durante su estancia en el Hospital de Basurto, poco tiempo antes de su fallecimiento en el Hospital de Gorliz. Por aquel entonces el director del periódico era Antonio Barrena.
Dicen que la vida da muchas vueltas y que el mundo es un pañuelo. Y este caso es una buena muestra de ello. Hoy, unos cuantos años más tarde de ese suceso, quiero hacer igualmente patente mi profundo agradecimiento por el trato recibido por una serie de profesionales de la sanidad pública, entre los que sobresale Ana Barrena, sobrina del entonces director del periódico e hija de Fernando Barrena, responsable de la sección de Economía.
He de decir que hasta hace muy poco no había necesitado de sus servicios de forma continuada. La atención para hacer frente al cáncer que padezco la estaba recibiendo a través de un seguro médico privado (a cuyo servicio de oncología deseo hacer igualmente patente mi agradecimiento por el trato recibido durante estos tres años de pelea que llevo a cuestas). Pero los tratamientos a los que estoy siendo sometido y diversos episodios que se han dado como consecuencia de dichos tratamientos, han hecho que los servicios privados y públicos se hayan entrecruzado.
Y he de decir que en ambos casos el trato está siendo excelente, y creo que va más allá de lo profesionalmente exigible. También quiero incluir aquí a la enfermera de Ana, Begoña, y al Servicio de Paliativos del Hospital de Basurto (Marian Campo y María José Arrizabalaga), que con tanto cariño y profesionalidad me están atendiendo y ayudando.
Y aquí quiero volver al principio. A dar las gracias a Ana Barrena, por su dedicación y trato. Por estar «ahí tan cerca». Y quiero que así se sepa públicamente. Muchísimas gracias Ana. JUAN A.
El Correo 18/11/2016
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