El Tribunal examinador no era precisamente un ejemplo de objetividad. Querían suspender a toda costa al examinando. Las preguntas se antojaban difíciles y llenas de matices sutiles. Pero el alumno se presentó al examen con los deberes hechos y la tarea bien asimilada.
Y cuando los números se imponen, el tribunal examinador no ha tenido mas remedio que recoger velas, darle una buena nota y como para cumplir (no hay informe sobre calidad que no sea capaz de soltarte 56 áreas de mejora) le han endilgado algunos consejos y reproches que parecían mas bien un discurso exculpatorio.
Porque cuando a los vascos les parece que Osakidetza funciona bien, el 80,9% frente al 63,7% de media en el resto del Estado por algo será. Cuando el número de médicos especialistas por cada mil habitantes es 2,22 en Euskadi frente a 1,78 de media en España (el 24,7% más), y el de enfermeras hospitalarias, de 4,10 frente a 3,04 (el 34,9% más) es difícil de rebatir. Cuando se destinan 1.572 euros por persona en el 2016 a sanidad. O cuando se asignan 31 millones de euros en ayudas económicas para evitar que nadie deje de tomar sus medicamentos por tener que hacer frente al copago
Luego vienen las críticas: que si la temporalidad en las plantillas, que si se "privatiza" frente a "no se privatiza" (a ver si se aclara quien pregunta o quien responde), que si las listas de espera ..., muchas con fundamento pero otras fruto de los fuegos de artificio que supone ejercer como miembro del tribunal examinador.
Todo es manifiestamente mejorable pero viendo lo que hay en derredor que no venga nadie con panfletos de recentralización y modelos únicos. Yo estoy encantado siendo "uno de esos raros del norte"
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